Bosque Petrificado de Las Heras
Bosque Petrificado de Las Heras, Santa Cruz, Argentina
Creada el 5 de mayo de 1954 y desde entonces custodiada por la Administración de Parques Nacionales, esta reserva continente de los maravillosos árboles petrificados se extiende en 13.700 hectáreas, no obstante se planifica elevar su superficie a 60.000 hectáreas sobre tierras aledañas. Su aspecto árido y desértico, matizado por algunos cerros bajos que quiebran el horizonte, puede llevar a pensar que allí la vida no tiene posibilidades de prosperar, sin embargo la realidad es otra.

Aridez extrema, propia de la Ecorregión de la Estepa Patagónica. Viento seco y constante, responsable de la apariencia de este paraje. La reserva encuentra su razón de ser y su atractivo en los extraños y enormes cilindros negros que hubieran dominado la escena en el remoto pasado, y que actualmente yacen tendidos sin vida. Los árboles se volvieron piedra, y sólo la fantasía permite imaginar la verde fertilidad de otros días.

Audaces zorros grises suelen salir al encuentro de los turistas que llegan hasta el centro de interpretación, única construcción de toda el área protegida. Poco más allá, en plena estepa, corren libremente grandes tropillas de guanacos y grupos de choiques, que en primavera suelen ir acompañados por sus simpáticas crías.

La Laguna Grande, que llega a perder toda su agua en épocas de sequía, es el hogar de flamencos, cisnes y diferentes especies de patos. En tanto, en el cielo suelen verse aves rapaces como el aguilucho común, el carancho y los halcones plomizo y peregrino.

Más difíciles de ver, por sus hábitos solitarios o por su notable mimetismo con el ambiente, son otras especies propias de la reserva como el puma, el zorrino patagónico, la mara o liebre patagónica, el zorro colorado, el piche -un pequeño armadillo similar a la mulita- y los pájaros pequeños, que migran hacia el norte durante el crudo invierno y aquí, ante la ausencia de árboles, deben moverse por el suelo y anidar en matas y arbustos.